Posibles cambios tras un acontecimiento traumático

TEPT - Trastorno por estrés postraumático

Tras un acontecimiento traumático es posible que la víctima haya sentido ciertos cambios, que se sienta extraña y se plantee las siguientes cuestiones: ¿Qué me ocurre? ¿Por qué me siento así?

Un evento traumático siempre se considera algo especialmente impactante en la vida de una persona, por lo que produce en las víctimas un shock emocional y numerosos problemas emocionales. El rango de los eventos traumáticos es muy amplio, siendo alguno de los ejemplos los accidentes aéreos, tornados, huracanes, inundaciones, terremotos, tiroteos, secuestros, bombas, otros actos terroristas, desapariciones, etc. Todos estos eventos tienen una característica en común y es que se trata de eventos que ocurren sin esperarlos y suelen tener consecuencias muy devastadoras. Además de las propias consecuencias del evento en sí, provocan en las personas afectadas una serie de respuestas. Estas respuestas pueden ser fisiológicas (taquicardia, sudoración, temblor) así como psicológicas (confusión,
nerviosismo, pesadillas). Algo a tener en cuenta es el hecho de que cada persona responde al evento traumático de una forma diferente, siendo múltiples los cambios que tienen lugar tras un acontecimiento de dichas características. De hecho, el 95% de las víctimas de un ataque tienen graves problemas dos semanas después del suceso. Alrededor de la mitad de estas víctimas se sienten mucho mejor tres meses después del hecho traumático, y muchas de ellas no se recuperan lo suficiente sin ayuda. El primer paso para la recuperación es que éstas víctimas comiencen a ser conscientes de los cambios que han sentido y están sintiendo desde el evento traumático.

A continuación se describen algunas de las reacciones más comunes que las personas tienen tras de un evento traumático. El miedo y la ansiedad son reacciones típicas y naturales ante una situación peligrosa. Para muchas personas, continúa tiempo después del acontecimiento traumático. Esto sucede cuando la visión del mundo y la sensación de seguridad ha cambiado. La víctima podría sentirse ansiosa cuando recuerde el asalto. Pero en ciertas ocasiones, se tiene la sensación de que la ansiedad podría aparecer como venida de la nada. Si el afectado empieza a prestar más atención cuando se encuentra asustado, podrá descubrir los disparadores de su ansiedad. De esta manera, podemos aprender que la ansiedad que parece surgir de la nada, en realidad, está provocada por situaciones que recuerdan el incidente traumático. Los estímulos o señales que pueden provocar ansiedad incluirían lugares, horas del día, ciertos olores o ruidos que le recuerdan el accidente.

Por otro lado es posible que en ocasiones se recuerde el accidente como si se estuviese viviendo de nuevo (reexperimentación del trauma), puede que a la víctima le vengan a la mente imágenes y tenga incluso la sensación de que lo esta reviviendo. Puede que también aparezca la vivencia del suceso en forma de pesadillas mientras se duerme. Por ejemplo, la víctima podría tener pensamientos indeseados sobre el accidente, y sentirse incapaz de deshacerte de ellos. Estos síntomas ocurren porque una experiencia traumática es tan impactante y tan diferente a las experiencias de cada día, que no puede encajarlas en la visión del mundo. Así que, con el objetivo de comprender lo que ocurrió, la mente del sujeto que experimentó el evento traumático sigue trayendo a su memoria lo que ocurrió para digerirlo mejor y asumirlo más eficazmente. El aumento de la activación también es una respuesta habitual del trauma. Esta respuesta implica sentirse inquieto, tembloroso, nervioso, sobresaltarse fácilmente y tener problemas para concentrarse y dormir. La activación continua puede provocar impaciencia e irritabilidad, especialmente si no puede dormir lo suficiente. Las reacciones de excesiva activación están causadas por la respuesta de lucha o huida disparadas en el organismo. La respuesta de lucha o huida es la respuesta que el ser humano utiliza para protegerse contra el peligro. Cuando un sujeto trata de protegerse del peligro luchando o corriendo, necesita mucha más energía de la habitual, por ello, el cuerpo se sobreactiva para ayudar a obtener esa energía extra que se necesita para sobrevivir. El problema es que esta activación aumentada es útil en situaciones verdaderamente peligrosas, tales como encontrarnos con un tigre. La alerta llega a ser muy desagradable cuando se mantiene durante mucho tiempo, incluso en situaciones seguras.

Otra forma muy corriente de intentar controlar el dolor relacionado con el trauma es mediante la evitación. La más habitual es evitar situaciones que recuerden el trauma, como el lugar donde ocurrió, el vehículo en el que ocurrió, etc. A menudo, otras situaciones menos directamente relacionadas con el trauma, también acaban siendo evitadas, como salir por la tarde aunque el accidente ocurriese por la mañana. Otra manera de reducir el malestar es tratar de eliminar los pensamientos y las emociones dolorosas. Todo esto puede dar lugar a sensaciones de inestabilidad. Evitar el problema no ayuda para nada a solventarlo, poco a poco hay que ser capaz de enfrentarse al acontecimiento temido. Otro aspecto que debemos tener en cuenta que mucha gente que ha sido víctima de algún hecho traumático se siente enfadada con el mundo. El sentimiento de enfadado puede resultar atemorizante para la víctima si no está habituada a sentirse así. Podría resultar especialmente confuso sentir enfado hacia las personas más cercanas Algunas veces, la gente se enfada por sentirse constantemente irritados. El enfado puede provenir de la sensación de que el mundo no es bueno. La depresión es también reacción frecuente. Incluiría
notar el estado de ánimo bajo, tristeza, desesperanza y desánimo. Es muy probable que la víctima llore más a menudo, pierda el interés por la gente y por las actividades que le solían gustar. Incluso puede creer que los planes que había hecho para el futuro, no le importan en absoluto, o que la vida no tiene sentido. Cuando un sujeto es víctima de un evento traumático, su visión del mundo e incluso de si misma puede que cambie, por lo que es lógico que sienta tristeza. Esta tristeza es una respuesta normal a corto plazo, cuando este sentimiento se alarga en el tiempo e incapacita el desarrollo normal de la vida del sujeto, es posible que estemos frente a la necesidad de ayuda profesional para poder superar dicho bache.

Andrea Vizcaíno Cuenca
Psicóloga del equipo profesional de Psicoactúa
Nºcol: CV11583

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