30/09/2019

La importancia de entrenar el cerebro con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

“¡No para quieto!”. “Interrumpe en clase”. “No presta atención”. “No me escucha cuando le hablo”. “Parece que siempre está en su mundo”. “Cuando le hablas, por un oído le entra y por otro le sale”. “No sabemos qué hacer con él”. “La mayoría de veces no trae los deberes, trabajos o exámenes porque no los anota en la agenda”. “Es un desastre”.

  “¡No para quieto!”. “Interrumpe en clase”. “No presta atención”. “No me escucha cuando le hablo”. “Parece que siempre está en su mundo”.  “Cuando le hablas, por un oído le entra y por otro le sale”. “No sabemos qué hacer con él”. “La mayoría de veces no trae los deberes, trabajos o exámenes porque no los anota en la agenda”. “Es un desastre”.

Todas ellas son frases que escuchamos diariamente, y sí, son cosas de niños, pero si las dificultades son graves y ocurren a menudo, quizá estemos ante un cerebro que funciona de manera distinta.

El cerebro de las personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se desarrolla y funciona con menores niveles de dopamina y noradrenalina, lo que dificulta que el organismo mantenga el umbral de estimulación adecuado de las neuronas.

Es más común en niños que en niñas y se trata de un trastorno de gran importancia dentro de la psiquiatría infanto-juvenil, ya que constituye el 50% de la población clínica aproximadamente.

No podemos decir que un niño es TDAH porque se mueve mucho o tiene conductas impulsivas, pero es cierto que aproximadamente, dos de cada tres niños/as remitidas a consulta por TDAH muestran otras dificultades como son los trastornos de conducta, trastorno oposicionista desafiante, tics y problemas específicos del aprendizaje, trastornos de ansiedad, etc.

Los patrones cerebrales típicos vistos en pacientes con TDAH muestran menos actividad en las zonas frontales del cerebro, tanto en reposo como en tareas de atención, planificación o memoria de trabajo.

El diagnóstico del TDAH es clínico y se basa en la comprobación de la presencia de los síntomas, para lo que, en nuestra unidad utilizamos como herramientas de exploración las entrevistas al paciente, familia y docentes, una evaluación neuropsicológica que nos proporcione información sobre el funcionamiento cognitivo y ejecutivo de la persona que lo padece y la observación clínica. En función de los resultados podemos encontrarnos con:

·         TDAH predominante hiperactivo-impulsivo: Les cuesta mucho retrasar una respuesta a una señal. Suelen actuar y tomar decisiones de manera impulsiva. Esto se traduce en no esperar su turno, interrumpir a otros, responder sin pensar y ser propenso a los accidentes.

·         TDA predominante con falta de atención: tienen cortos espacios de atención y se distraen con facilidad. Estos niños tienen problemas para regular el sistema de alerta y focalizar la atención. Hay dificultad para prestar atención a las acciones que hacen y seleccionar la información importante, pasando de un pensamiento a otro sin concentrarse. Se observa lentitud, desorganización e ineficacia.

·         TDAH combinado: presenta sintomatología de los dos tipos anteriores (hiperactividad, impulsividad e inatención).

La neuropsicología infantil aporta datos a la valoración y evaluación del TDAH, obtenemos índices de funcionamiento dependiendo del perfil y las alteraciones cognitivas. En base a los resultados, debemos individualizar la intervención multidisciplinar.

Un niño con TDAH suele presentar dificultades cognitivas y conductuales, por lo que debemos enseñarle límites, pero cuidando su autoestima y dándole estrategias que pueden funcionarle.

Los padres deben convertir las dificultades en posibilidades, enseñándoles a canalizar la energía y a resetear el cerebro con actividades de movimiento y sobre todo deben valorar todos sus aspectos positivos y esfuerzos de control.  

Es importante entrenar la impulsividad, despertando la necesidad de pensar antes de actuar, ayudándoles a adaptarse a distintas situaciones y enseñando cómo anticipar las consecuencias de sus conductas.

También es necesario desarrollar el autocontrol, entrenamos la capacidad de controlar sus conductas y emociones con técnicas de relajación y reflexión. Siendo poco a poco capaces de adecuar sus comportamientos a situaciones sociales.

Otro de los aspectos a trabajar con estos niños/as es la concentración, la capacidad y calidad de la atención sostenida. Dicho de otro modo, una vez atiende a algo le enseñamos a prolongar la atención.

No olvidemos que tienen grandes puntos fuertes y no debemos dejar que el fracaso escolar les defina. Sabemos que, si no entrenamos el cerebro TDAH, todo resulta más difícil, pero si lo hacemos, mejoraremos su atención, su comportamiento y sus emociones.