Miedos Infantiles – Miedo a la Bata Blanca

La mayoría de los niños temen la visita al médico y, en general, todo lo relacionado con consultas sanitarias u hospitales. Pero padres y doctores pueden ayudarles gracias a ciertos recursos lúdicos y psicológicos.

Visitar al médico no suele ser algo agradable, pero puede ser especialmente desestabilizador entre los niños (sobre todo alrededor de los cinco años). Supone una amenaza para su bienestar, ya sea por el recuerdo de anteriores visitas, porque lo asocian al dolor, porque algunas pruebas médicas conllevan la separación de los padres, por la intranquilidad ante los extraños, por el miedo a lo desconocido (mezclado con la imaginación desbordada que tienen los pequeños), o por una fobia un tanto irracional.

El niño muestra su sufrimiento al acudir a la consulta del médico mediante un estado de nerviosismo más o menos acusado y, por supuesto, con el llanto, muchas veces inconsolable. Esta situación, además de suponer un momento de tensión para los padres, puede dificultar los diagnósticos, e incluso alterar los resultados de las pruebas médicas (por ejemplo, los síntomas se pueden confundir). Es más, se puede llegar a la denominada ‘hipertensión de la bata blanca’ que hace que la presión arterial suba notablemente en el momento en que se visita al doctor, y vuelve a niveles normales nada más salir de la consulta.

¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos a superar este miedo?

Es super importante que NORMALICEMOS LA SITUACIÓN 

  1. No le engañes: es mejor que él lo sepa para que no se lleve una ingrata sorpresa y se sienta traicionado. Eso sí, no le avises con demasiada anticipación; con dos o tres días es suficiente. Y procura ir siempre con cita previa para que la espera sea la mínima posible y evitar así que el pequeño se ponga más nervioso.
  2. No le amenaces: muchos de los miedos infantiles a los médicos provienen del recurso que algunos padres utilizan de amenazarles con frases tipo “como no te portes bien va a venir el doctor y te va a pinchar”.
  3. Responde a sus dudas: el pequeño te puede preguntar si le dolerá lo que le van a hacer, o mostrar miedo ante lo desconocido. Por eso, es bueno informarse previamente de las pruebas que le efectuarán, y tratar de explicárselas con un lenguaje y un nivel de detalle apropiado a su edad. No le engañes diciéndole que no le va a doler; intenta minimizarlo en lo posible y decirle que va a ser algo rápido, por ejemplo.
  4. Destaca lo positivo del profesional: cuéntale que el médico le curará y que gracias a él no le dolerá la tripa, o que le quitará los mocos y la tos. Dile que le mirará la garganta con una sorprendente luz, y que al acabar le dará una golosina, por ejemplo. Además, si le hablas de este profesional médico por su nombre de pila, le resultará más familiar y amigable.
  5. Sé ejemplo de tranquilidad: somos el espejo en el que se miran nuestros hijos; si nosotros nos mostramos inquietos y temerosos ante la visita al médico, se lo trasladaremos a ellos. Así que si te dan miedo las agujas, o te pones nervioso con lo que le puedan hacer a tu pequeño, mejor recurre a otra persona para que le acompañe.
  6. Háblale continuamente: una vez estéis en la consulta, mientras el doctor esté reconociendo al niño, háblale, tócale, acaríciale, y distráele en la medida de lo posible (esto le dará mayor seguridad). Además, sin molestar al desempeño de los profesionales sanitarios, cógele en cuanto puedas. El dolor se sobrellevará mejor con nuestro cariño.
  7. Apórtale seguridad con los juguetes: es bueno que dejes que su muñeco, peluche, o juguete favorito, le acompañe en todo momento. Incluso el propio niño puede hacerse más el fuerte para dar ejemplo a su muñeco.
  8. Promueve que se relacione con el personal sanitario: cuando el pediatra o una enfermera le pregunten al niño, anímale a que conteste. Esto ayudará a establecer una relación de mayor cercanía, e incluso de confianza.
  9. Destaca su buen comportamiento: al finalizar, alaba lo bien que se ha portado, lo que le ayudará a aplicarlo la próxima vez. En cambio, si se enfada o llora, procura no regañarle demasiado; también es bueno que se desahogue.
  10. Ten paciencia: el niño, poco a poco, irá superando su miedo, siendo el proceso más o menos largo según cada caso.

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fuente: www.webconsultas.com